El ecosistema del miedo
A veces pasa. Llegas al terreno, y resulta que por la noche se ha metido un conejo, o topillos, o langostas, y te han arruinado semanas o meses de trabajo.
Entonces, todos pensamos ¿Cómo es posible que hayan hecho este destrozo en una sola noche? ¿Seguro que sólo ha sido un bicho? ¿No será que tengo un ejército de ellos por aquí escondido?
Y a veces, de hecho, pasa eso. Un día ves un movimiento furtivo huyendo por el rabillo del ojo, y al siguiente, el terreno se hunde a tu paso por las topilleras que han aparecido en el suelo. O la hilera de rabanitos recién plantados ha desaparecido misteriosamente. O la corteza de los frutales se ha volatilizado como por ensalmo…
En esos casos, una mezcla de rabia y preocupación por la cosecha suele hacernos correr hacia la tienda de agrotóxicos más cercana, con la idea esa de «se van a enterar» y sus variantes metida en la cabeza.
Esto suele funcionar para problemas puntuales, pero si queremos tener un cultivo ecológico a largo plazo (que es lo que yo quiero que tengas) , la única solución es buscar a sus enemigos naturales.
Para que esa plaga tenga miedo.
Muchas veces, cuando doy cursos o charlas sobre Regulación Biológica de Plagas, la gente me suele preguntar algo así: ¿Y por tener un par de murciélagos me van a desaparecer las orugas? ¡Eso es imposible!
Y ciertamente, lo es.
Pero es que, precisamente, el fin último que buscamos con la Restauración Estratégica no es exterminar completamente a las especies que puedan llegar a ser una plaga, sino reducir su número por debajo del umbral económico de daños*
Esto quiere decir que sí, debemos convertir nuestro triste bancal en un verdadero agrosistema, es decir, un ecosistema agrícola. Para ello, por supuesto que tenemos que conseguir que los depredadores, parásitos y parasitoides* reduzcan el número de bichos plaga que nos están fastidiando la cosecha, pero más importante aún es que esos depredadores se queden por la zona para crear lo que se llama el “ecosistema del miedo”, que no es más que una forma más o menos poética de definir un ecosistema que tiene todas sus piezas, incluidos los depredadores.
¿Pero de dónde sale este concepto?
Últimamente corre por internet una historia que ejemplifica esto a la perfección:
Estamos en Wyoming, EEUU, en el año 1926. La presión de los ganaderos de la zona acaba de fulminar al último lobo del Parque Nacional de Yellowstone, utilizando un cepo de acero.
A partir de este momento, la población de ciervos y otros herbívoros empieza un ascenso meteórico, dado que no había nadie que controlase su crecimiento en un lugar sin carnívoros ni cazadores humanos.
A consecuencia de esto, la densidad del sotobosque cae en picado. Al no haber depredadores, los herbívoros se plantaban junto a un retoño de árbol y se lo podían comer de una sentada, dado que no había razón alguna para moverse del sitio.
La falta de árboles hizo que el número de castores descendiera, y con ellos, el número de nutrias, truchas y otros animales acuáticos, además de aumentar los problemas de erosión y salinidad del suelo.
Por todo ello, en el año 1995, el gobierno decidió reintroducir el lobo en Yellowstone, con doce animales traídos desde Canadá. ¿Qué efecto iban a tener doce tristes lobos contra una población de miles de ciervos? Vamos a verlo:
¿Qué iban a hacer unos cuantos lobos contra miles de ciervos?
Una vez liberados, la población de herbívoros empezó a descender. O al menos, dejó de aumentar, tal y como se esperaba. Pero además, la producción vegetal aumentó mucho más de lo esperado. ¿Porqué crecía tanto la vegetación, si la población de herbívoros seguía prácticamente igual?
Porque ahora los herbívoros estaban mucho más nerviosos, sabiendo que los depredadores habían vuelto al parque. Por eso, donde antes un alce se comía un arbolito de una sentada, ahora mordisqueaba nervioso unas cuantas hojas y se marchaba en seguida a por otro, para no estar demasiado tiempo en el mismo sitio. Esto reducía el daño producido a la planta, y permitía su recuperación. Y con ella, volvieron los castores, las nutrias, se terminó el problema de la erosión, etc.
Se había creado el “Ecosistema del Miedo”, que ya ves que es un nombre bastante peliculero para una cosa que ha ocurrido desde que el mundo es mundo (pero hay que reconocerles a los yanquis que son buenos a la hora de poner nombres 😉
Estos efectos son lo que en ecología se llama una cascada trófica, o regulación de arriba abajo (top down control), porque cambios en lo más alto de la pirámide alimenticia (los depredadores), producen cambios en todos los escalones que tienen por debajo.
Cambios en la población de los escalones superiores causan cambios en todos los demás (y al revés)
Otros ejemplos
Ejemplos de estos hay a barullo: La caza del leopardo en el Sahel a manos de los occidentales hizo aumentar la población de babuinos, aumentando con ellos los destrozos a las cosechas y la transmisión de enfermedades a humanos.
La caza de la nutria marina de la costa oeste de Norteamérica por la industria peletera, hizo aumentar la población de erizos de mar herbívoros y con ellos, hizo desaparecer los bosques de kelp (que es un tipo de alga marina gigante que forma «selvas tropicales submarinas»), con la inmensa biodiversidad que mantienen esos bosques y con el perjuicio incalculable para los pescadores locales.
La falta de depredadores en los Pirineos llevó a una explosión de la población de sarrios, poniendo en peligro de extinción a varias especies de plantas únicas en la zona, y creó el caldo de cultivo perfecto para la expansión de la sarna, que afectó a todas las especies de mamíferos de la zona, incluido el ganado doméstico.
La desaparición del puma (Cougar) en el Parque Nacional de Sión, en Utah, llevó a la destrucción del ecosistema forestal. Otro ejemplo de cascada trófica.
En fin, que la desaparición de los depredadores siempre tiene consecuencias imprevistas (y desagradables) en los ecosistemas, que además suelen tener que ver con la disminución de la productividad vegetal de estos ecosistemas.
Muy bien, Luis. Todo esto es muy guay. Pero,
¿qué tiene esto que ver con mi huerto?
Pues tiene que ver y mucho, ya que aunque no te lo creas, tus cultivos también son un ecosistema donde viven multitud de especies. Es lo que se llama un “agroecosistema” o “agrosistema” (que es lo mismo, pero en cortito ;-), que son ecosistemas modificados por la mano del hombre, que hoy en día ocupan alrededor de la mitad de la superficie terrestre.
Teniendo en cuenta su enorme extensión, se justifica que intentemos que nuestro agrosistema contengan la mayor biodiversidad posible.
Un agrosistema relativamente sano
El problema es que llevamos décadas castigando a nuestros agrosistemas y a sus depredadores; destruyendo los setos vivos y la vegetación espontánea, eliminando la Materia Orgánica a base de volteos, matando a la fauna auxiliar a base de agrotóxicos, etc. De manera que lo que a finales del SXIX y principios del XX eran feraces agrosistema mantenidos durante milenios por la mano del hombre (es decir, no naturales, pero sí productivos, biodiversos y con todos los escalones de la pirámide alimenticia), ahora se parecen más a una ciudad en ruinas tras una guerra, con sus escasos y aterrorizados supervivientes escondidos aquí y allá, viviendo de lo poco que quede entre los escombros.
Y uno que no lo está
¿Cómo va esa pobre gente a hacer un control eficaz y duradero sobre los bichos que se alimentan de tus plantas? Cómo puede un agrosistema defenderse frente a agresiones externas, si no tiene ni un triste soldado?
agrosistema
Pues eso es precisamente lo que trataremos la semana que viene, cuando hablemos sobre la Regulación Biológica de Plagas.
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Estupenda entrada Luis. ¿Qué opinas de la oruga de la col? Porque ya sabes que llevar estas ideas a la práctica, a veces es difícil. Me apunto para leer los siguientes post sobre estos temas. Gracias.
Pues opino que es muy puñetera, pero que tiene gran cantidad de depredadores. Mariquitas y crisopas contra sus huevos, avispas y aves contra sus larvas y adultos, y escarabajos depredadores contra sus crisálidas. En futuros posts iré hablando de cómo crear un ecosistema acogedor para todos estos amigos de la huerta.
También, para una emergencia, está el Bacillus thuringiensis, y si no, el DDT (cogerlas con el dedete y echárselas a las gallinas :-)), suele ser efectivo.
Por cierto, ¡a ver cuándo me puedo pasar por Burgos y me enseñas ese vergel que estás montando en la estepa castellana!
Saludos
Me encanta este blog, pero no sé si estas entradas son sólo introductorias?, o hay materia más específica?, es decir, que te enseñe cómo llevar a cabo el Eco Sistema de Miedom, por ejemplo, en una huerta orgánica urbana, quedo atento!
Que bueno! Me alegro de que me deis ideas para escribir nuevas entradas.
¡Gracias!